viernes, 28 de mayo de 2004

Tim Burton: Big Fish (2003)

Bienvenido a casa, Tim. Desde Ed Wood, que ví también en la cinemateca del Mambo, hace unos 9 años, no había hechizo. Con sólo Ed Wood, Burton es de los grandes. Big Fish, un nuevo homenaje a la visión alucinada que es necesaria para la felicidad, no tendrá la estatura cinematográfica de EW, pero tiene suficiente magia para hacer de una película lo que debe ser: un viaje donde no te viajan sino te viajás. Burton jamás había sido tan evidente con el rostro cotidiano que tiene la fantasía, y creo que lo más hermoso de la cinta es precisamente eso: el gigante, las gemelas, el poeta asaltabancos, el dueño del circo, la niña quita zapatos, todos son reales, todos. Eso es el amor, precisamente. Alucinarte de un objeto, de un alguien, y si andás de buenas, ese alguien será lo suficientemente bueno para sostener el sueño. O si no andás de buenas, la pesadilla. Alrededor de los buenos se crea una fisura espacio-temporal donde ocurre la magia. Y los héroes. Y la dignidad. Y algunas buenas películas. Gracias, viejo.

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