miércoles, 11 de noviembre de 2009

Dime

A G, a H

En medio del sopor

ya no sabés quién sos


Tu nombre

Tempestad

(suena tan arrogante

y es

tan triste...)

Silencio.

Como si pudiera ocupar el lugar

de la sangre.


Como si decir tu nombre

Me

...

Bastara.

Ya no me alivia.

Ya no me basta.

Dime si...

Dime.

Ya.

Mírame

Somos un animal terrible.

Ocurre la rabia.

Sangre en la ventana.

Somos

una sola bestia. La misma.

Mírame.

Espejo. Dime

qué no decir.

Grítame hasta hundirte

en tu vómito de rabia.

Ámame.

Húndeme a mí

también

Sé.

Pero llámame

y en ese conjuro inútil de mi nombre

sálvame

sálvame

dios de los ateos

Sálvame

a mí

también.

sábado, 5 de septiembre de 2009

en llamas

este incendio que es el mundo

se avecina

en un giro de esa mano

que es la conciencia

el caleidoscopio se convierte en llamas

y desde adentro viene

o la tristeza

o la rabia

también la calma

que tiñen las llamas

que la dan voz o las callan

y no sé si ahora

las espere sentado

o vaya a abrazarlas

miércoles, 4 de marzo de 2009

Prueba de amor

después de conectar el cable
me besaste
con un gesto de cruel
condescendiente
devoción:
-estás seguro de que sí quieres?
-sí- dije
mientras otra voz se escuchaba
lejos
en algún lugar dentro de mi cráneo.

te abullonaste dichosa en tu equipo
me apretaste la mano.
la voz, tu voz, se escuchaba perdida en una circunvolución
y empecé a quedarme dormido.

sé que seguiste sonriendo.

cuando desperté sólo quedaba tu devoción desnuda
y tu sonrisa sin arrogancia:
-te amo- dijiste.
(-sé que significan esas palabras- pensé
y no me escuchaste.)
solo sentiste mi dicha simulada:
millones de sinapsis embriagándose de eso
que gente como tú llama amor.
te sonreí.
-nunca me mentiste, nunca... te amo- repetiste, embriagada.

el cable es unidireccional. tiene que serlo.
yo no estaba en tu mente, pero no necesitaba una conexión de cables
para saber qué estabas pensando.

y me besaste.

dejé que lo disfrutaras.

y entonces en mi mente
bajo tu presencia repugnante
se abrió una oscuridad repentina
y caiste

tu boca se detuvo y se enfrío en mi boca.

ahora yo sonreía.

sonreía mientras tú te hundías
en una oscuridad hecha de cuchillas
de excrementos
de ira que escupia bilis
de niños sin ojos
y ancianos que se pudrían colgados de ganchos
y todo aullaba
todo hedía
y tú aullabas adentro.

desconecté el cable.

acaricié el cabello de ese cuerpo que ya no habitabas.

ahora eras mía.
más de lo que nunca pensaste que yo
podía ser tuyo.

-no hay artefacto- te susurré en medio de tus gritos
-con que puedas recorrer una mente podrida,
perversa
y múltiple
como la mía-

bienvenida. bienvenida. bienvenida.

bienvenida a mi agonía.