miércoles, 16 de julio de 2008

Que hubiera querido

Espera que la lluvia venga. Se muerde suave, sin darse cuenta, la punta de la lengua. Espera que los relámpagos acudan, se desplacen hacia su rabia, que el sonido del aguacero se acerque, tumultuoso, como afanado en su tristeza. A cada oscuridad y a cada relámpago espera, pero la lluvia se aleja. Y se queda llorando de rabia, mucho tiempo después del último trueno, se queda llorando esa metáfora inútil, esa esperanza que hubiera querido que fuera una promesa.