domingo, 22 de agosto de 2004

"é melhor morrer do que perder a vida”

a Tito de Alencar Lima (1945-1974)

lejos de la tierra donde te desgarraron
el alma y la piel a pedazos
elevas los brazos
-en el dolor me pierdo...
hermano de arcilla
obrero del sufrimiento
que el álamo que has escogido te bendiga
que azul el verano te abrace
que te acoja el dios de los pájaros
de los niños
de tu sagrado silencio.
que sean ése y tus gritos mi evangelio.

vuelo

volaré en el idioma de tu rabia y de tu miedo
mis alas de madera arderán en el cielo

abres la puerta

abres la puerta y el desierto se suspende
la ira de la arena
las estrellas se detienen
un gesto tuyo
con el olor de la madera me condena
me arrastra hasta vos
-quién eres?
y tus labios borran la sangre de mi frente

recuerdo

caí del cielo.
había un dios que me hacía velar la putridez de sus huesos.
en mis pesadillas me hundía en el mar,
para llorar en silencio.

como un niño, como un cuervo

huirán las nubes del viento,
no acecharán más los espejos.
entre aves moribundas peregrinarán mis miedos.
búscame.
hiéreme la piel con un beso.
puebla mis vacíos con tu silencio.
y te amaré como un niño,
como un cuervo,
como un oasis a su desierto.

partes

con tus manos arrancas pedazos del tiempo
pierdes mis caravanas en tus dunas innumerables
fatigas en el mar mis espejismos anhelantes
me dejas alacranes en la piel
una lepra que arde
y mis ojos llorando
tu oscuridad de sangre

mutilado

castrado te contemplo
en mí
sigues huyendo

detrás

detrás del cristal de mis ojos y de los tuyos,
del cristal de mis huesos que se rompe cada vez que te presiento,
del cristal de tu piel de tus dientes
de tus labios que deseo,
del cristal de mi encierro,
detrás tus mentiras,
mi frío
y esa angustia
con la que te quiero.

abisal

en la vastedad extenuante
y pútrida
del fondo del océano
el maderamen de mis manos
ha navegado ciego
la tempestad de tu silencio

respiro

mis pulmones convocan partículas ínfimas e innumerables del polvo en que se deshacen las palabras y los gemidos. respiro las partículas en que se desgastan las horas, los amantes y los juegos de los niños. respiro olores casi todos de cosas muertas o que se están muriendo. y cuando te veo, cuando estás conmigo, te respiro, lentamente, te respiro.

(a alekos)

no quiero automóviles ni peces en mis funerales. quiero una muchedumbre mansa, estigmatizada, una muchedumbre de cojos y de enanas. beber de tus dedos marítima agua, callarme de ti en mi oculta asimétrica mirada y contarme los dientes mientras cae la grava y las flores estallan.

en tu miedo

seré la sombra de cansado universo

sábado, 21 de agosto de 2004

De no tocarte, de no mirarte

Kitano Takeshi: Dolls (2002)
Me sobrecogí cuando ella lleva su mano a la cabeza de él, que sentado duerme a su lado. Esperaba con un estremecimiento la caricia, pero ella solo tomó de entre el cabello de él una hoja de arce. Cuando yo tenía quince o catorce, quería que el amor fuera ese: la contemplación, la presencia absoluta sin que la piel se tocara. Acá sólo la desesperación lleva al abrazo, sólo al correr hacia la muerte se toman las manos.
No es deseo el amor. Es veneración, compasión, devoción. (Como dice Takeshi, algo demasiado puro para lo que casi todos somos). Apenas ha empezado la película, ésta se aleja casi con desprecio de la peor forma, y la más cotidiana, de simulacro de vínculo: el capricho, la imposición, la ambición, la conveniencia. Perdido el amor se pierde la razón (el por qué, el sentido), y Sawako abre la puerta de la muerte y sale de ese que ya no es el mundo. Tarde, Matsumoto vuelve con ella, y con lo que de ella queda abandona ese vestigio que son los otros, se ata a ella y atados ya no son sino que andan, recorren mudos y deslumbrantes de belleza trágica la primavera, el otoño, el invierno, las montañas, la orilla del mar y los ríos, que acaso para ellos no sean sino un rumor gris de lo que fue estar, juntos, vivos.
Amar es un campo de flores ciego junto a vos, amor es que me llevés ciego de tu mano. Nukui se enamora, como tantos, de esa Haruna que a pesar de ser ícono no llega ser vana. Luego de que la desgracia separa a Haruna de su condición de imagen pública, Nukui después de fijar la imagen de Haruna para siempre en su memoria, arranca sus ojos para poder acudir a ella sin herirla con la mirada. Nukui se va y muere. A Haruna le queda la bendición de esa ceguera que la amaba.
Amar es cocinar para vos, amar es comer juntos. Un día te vas. Qué me dejás: la espera que el tiempo desprecia. Hiro, donde sólo va a constatar el espacio del recuerdo, la encuentra, repitiendo en el mismo parque el ritual de la espera. Llega como otro, cansado de vida el cuerpo y estancada la sangre, y ella lo acoge como otro, en lugar de ese que nunca vino. Y como aquél lo hacía, almuerza con ella la comida de sus manos. Y, otra vez, llega la muerte y dice basta.
Y nosotros? Allí estábamos, sentados, en el fondo, la utilería, el escenario, esas cosas vacías que somos la parte trivial del mundo, mientras ellos, desprovistos de racionalidad y de lógica, sólo aman, vivos como el cielo, vivos como el agua.

jueves, 19 de agosto de 2004

dos

me sos?
me pierdo
te basto?
arrancá mi piel
bebé mi aliento
enterrame
donde me encuentren los perros

martes, 17 de agosto de 2004

Hasta el último round

Charles Bukowski (1920-1994): El Capitán Salió a Comer y los Marineros se Tomaron el Barco (The Captain is Out to Lunch and the Sailors Have Taken Over the Ship, 1998)
No fue amor a primera vista. Estábamos en Aguaclara, bajo Anchicayá, en una playa sobre el río. Este pelado, que venía con Carolina, me pasó casi vehemente un libro de cuentos de Bukowski. Me hastié rapidamente de la violencia gratuita.
Luego vinieron los poemas, esos que lee Carlos Sanabria para soportar los días. Después con Ham on Rye descubrí que la prosa autobiográfica de Bukowski es también un poema violento en su naúsea, su ternura, su lucidez y su desdicha. Luego otro libro de poemas. Y hace poco, en una librería en Cartagena, estos apartes del diario de sus últimos meses (agosto 91-febrero 93). La portada posterior miente: el secreto que conocía Bukowski no era que nada tiene importancia, sino que todo, hasta lo más despreciable, que es uno, duele tanto que es lo único que importa de estar vivos.
Bukowski, como pocos, era un niño envejecido. Un niño violento, herido. Un niño perdido en una pesadilla atroz. Fue feliz con rabia y tristeza en las palabras, en la dignidad de otros que caían, en la música clásica. Peleó siempre, aguantó duro. Y este viejo niño que contemplamos en su diario insiste: todo importa y nada, nada, nada tiene sentido.

lunes, 16 de agosto de 2004

antes

ebrio era más fácil
el tiempo
la inocencia
estar vivo
era más fácil
amanecer en las alcantarillas
seguir bebiendo
creer
ebrio
el amor

ebrio
el olvido

sábado, 14 de agosto de 2004

De ratas devorando cadáveres

Erskine Caldwell (1903-1987): El camino del tabaco (Tobacco road, 1932)
Llegué a Caldwell por la mención que hace Galeano (El libro de los abrazos, 1989) de "sus esperpentos del sur de los Estados Unidos". Recordaba el nombre pero había olvidado lo de los esperpentos y la imagen que hace de él Galeano, "bajo su deshilachado sombrero de paja (...) rumiando nuevas cochinadas y desventuras para sus miserables personajes". Con la fácil fascinación que ejerce sobre mi la decadencia bien narrada, fue cuestión de dos sentadas en una noche devorar esta agradable carroña. Me gusta leer a los humanos en su más honesta expresión: incapaces de la empatía más elemental, de la dignidad más trivial. La predicadora casquivana sin nariz, la abuela famélica qué vale menos que una sombra y muerta poco más que una boñiga, el padre de 17 hijos temeroso de Dios, procastinador, mendigante; Dios mismo, digno de sus criaturas míseras revolcándose en ese ego patético que es espejo de ese Ego que demanda postraciones... Cuál de ellos no nos evoca? Quien ante tal sugerencia defienda su dignidad babeante hecha de comodidades y tres comidas al día olvida qué tan fácilmente se postra ante las hormonas, el televisor, la maledicencia, la autocomplacencia, la inquina. No sería sino despojar a cualquiera de esas encarnaciones diarias y materiales de su trivialidad más profunda para verlo progresar hacia las alcantarillas.
Luego de leer a Faulkner pocos talentos pueden asombrarnos. Caldwell sinembargo con su prosa desnuda proporciona en el mismo paisaje personajes más reales que los que habitan la metafísica del hastío de Faulkner: Caldwell no se toma tan en serio. Fabrica una comedia hecha del olor de nuestras excreciones y secreciones y nos complace al ponernos en este indiferente universo en el lugar que nos corresponde.

lunes, 9 de agosto de 2004

caricia

en la ventana
otras manos
las mismas?
limpian
la sal
de lágrimas antigüas

domingo, 8 de agosto de 2004

viaje

entro en el mar
separo los labios para decir algo que olvido

me entrego a la sal
viajo
despierto
en este espeso líquido sueño dormido