lunes, 24 de mayo de 2004

cinco

era bello. no es que fuera caribonito, sino que cuando miraba miraba desde adentro, como miran los niños, cuando movía las manos, parecía que las moviera el viento, cuando caminaba caminaba despacito como si se fuera a desprender del suelo. era bello. parpadeaba tan despacio que yo a veces pensaba que se había quedado dormido. y se veía tan triste. sólo sonreía a veces, cuando caminaba, o entre parpadeo y parpadeo, le sonreía al aire vacío y su sonrisa era tan triste que a vos el corazón te dolía poquito pero duro, como cuando le mirabas los ojos y parecía que fuera a llorar pero no lloraba, parpadeaba despacito y los ojos seguían húmedos mirando a la nada.
un día le dije a carolina que viera cómo era de hermoso, pero carolina solo tiene ojos para tipos buenos, y me dijo
- quién, ese pendejo?
- sí, le dije, ese pendejo.
- andás con el gusto cagado.
- vos que tenés mierda en los ojos, le dije.
cuál le dije. soy una lenta. sólo lo pensé. no le dije nada.
en clase se sentaba atrás, donde yo no podía verlo sino hasta cuando se acababa la clase y él se paraba y salía sin hablar con nadie. lo seguí muchas veces, hasta por fuera de la u, pero nunca iba a la misma parte, siempre esperaba la buseta en una parte distinta, siempre cogía una buseta diferente.
un día, en un bodrio de clase, con el profe hijueputa ese que si llegabas tres segundos tarde a parcial te cerraba la puerta en la cara, ese que se creía el duro porque te humillaba, un día en esa clase yo siento que mi hombre triste se para, me pasa al lado y se para frente al tablero y el profe se le queda mirando y le dice que qué le pasa, que a él se le respeta su clase, pero mi hombre triste le quita el marcador negro y empieza a escribir en el tablero, y el profe a cogerle el brazo, pero él lo empuja suavecito pero duro y sigue escribiendo, escribe rápido, empieza a llenar el tablero mientras el profe grita, lo insulta, pero ni puede acercarse porque él lo empuja siempre, suave pero duro con el otro brazo, y sigue escribiendo hasta que llena el tablero y no para, sigue escribiendo...
y les juro que mientras escribía con el marcador negro el tablero se iba llenando de colores, escribió todas las palabras hermosas que existen, que son tantas que no le alcanzó el tablero y siguió con una pared y con la puerta y con la otra pared, llenando todo de palabras hermosas y de colores... pero llegó el profesor con tres vigilantes y casi no pueden con él, él no se defendió, pero casi no pueden llevárselo.
no volvió. no volví a verlo.
a veces vuelvo al salón. el tablero lo borraron el mismo día para seguirlo llenando de ecuaciones. las paredes las pintaron de blanco. pero yo no veo ni paredes blancas ni ecuaciones. todavía todo lo veo rayado de palabras tristes y hermosas. yo todavía veo todo el salón pintado de colores.
(basado en un poema de jacques prévert)

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