domingo, 6 de junio de 2004

M. Winterbottom: 24 hr Party People (2002)

Un viaje a través de un hombre y una época: Tony Wilson congrega a algunas de las mejores bandas del rock, les permite hacer historia y, en la cúspide de su feliz travesía, se compra una mesa de 30.000 libras esterlinas. Lo niega en algún momento de esta cinta extravagantemente sencilla: la película no es sobre él… pero lo es. Firma con sangre un acuerdo escandaloso para nuestros cánones capitalistas: él sólo le facilita a las bandas la libertad creativa y la posibilidad de comunicar su furia y su poesía al mundo… los beneficios económicos están de más. Obviamente, Tony quiebra, pero esto, afortunadamente, es irrelevante: habló con Dios, se casó con una ex–Miss UK e hizo feliz a un montón de gente en el camino. Tony vió, sintió, estuvo... asumíó sus convicciones con su natural inocencia y rechazó 5 millones de frívolas libras esterlinas que pretendían comprar sus sueños... En ese sentido, esta es una película sobre alguien que mantuvo su fe y su idiosincrática dignidad.
El ritmo narrativo hace naturales los movimientos, las expresiones y las circunstancias de los personajes, la música explota y nos lleva al lugar y la época y nos hace sentir lo poco de innovador que ha ocurrido en los últimos 20 años. Dios, gracias y felizmente, no es como debería ser (o quizás lo es), y se complace en bendecir a su criatura con su don para las buenas bandas. Y Tony, para devolver el favor, transformó la música del final del siglo 20 manteniéndose fiel a un credo a contracorriente de la codicia.

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