domingo, 20 de junio de 2004

herida

verificó sin asombro que la herida era profunda, que el gesto repentino había sido definitivo. del tajo en su cuello acabaría pronto por huir la vida. escuchó el mar. quiso hablar de la felicidad... pero de la boca sólo le salió sangre espesa que sintió como una palabra que acude a lo innombrable, que sueña, como dios, al universo en el vacío.

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