martes, 7 de diciembre de 2004

"¿Nos contará usted de los otros mundos allá entre las estrellas, de los otros hombres, de las otras vidas?"

Úrsula K. Le Guin (1929- ): La Mano Izquierda de la Oscuridad (The Left Hand of Darkness, Premio Nébula 1969, Premio Hugo 1970)
Una épica historia, delicada, profunda, sensible. Una historia que quizás no pudo sino escribir una mujer. Al principio la historia me pareció trivial, pintoresca, una historia de fantasía para niños grandes. No lo es, es en cambio una obra imprescindible en la exploración de las posibilidades y logros de la ciencia ficción.
Genly Ai llega al planeta Invierno con la propuesta de que la humanidad que lo habita se una al Ecumen, una especie de confederación pacífica de planetas poblados por humanos. Llega solo a tratar de hacer escuchar su mensaje a los gobernantes de los países de este helado planeta. Su odisea transcurre en dos de los principales países, pero también transcurre en medio de una humanidad cualitativamente distinta de la convencional: en Gueden (el nombre que Invierno recibe de sus habitantes) los humanos no son ni hembras ni machos sino durante unos días al mes, una transformación transitoria que requiere de otro que esté en el mismo momento del ciclo y que asumirá la identidad complementaria. Estos seres andróginos pueden ser tanto padres como madres, hombres como mujeres, pero permanecen la mayor parte del tiempo en estado indiferenciado.
Le Guin desentraña muchas de las posibilidades psicológicas, religiosas, éticas y sociales de individuos y de una sociedad con esta naturaleza. El hilo conductor de la historia será el guedeniano que sacrificará en principio su honor, y luego tanto más, para que el Enviado consiga su misión. El tema central es la amistad que surge en un mundo hostil entre estos dos seres disímiles. Le Guin recrea los personajes, aún los fugaces, con precisión, da profundidad y carácter a los estados de ánimo y a los pensamientos, colorido y tangibilidad a los paisajes urbanos y naturales, emoción a los devenires, credibilidad histórica a la existencia de culturas, civilizaciones y humanidades dispersas por las estrellas. El título es una delicada exaltación tanto de lo Único como de lo Dual que se explica en algún momento del relato. El final es sobrio, propio de la dignidad de los personajes que tejieron la historia. De una especulación sobre el futuro galáctico de la humanidad, Le Guin elaboró lo que pocos especuladores pueden: una hermosa obra de arte.

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