lunes, 11 de octubre de 2004

"Each wish resign'd"

M. Gondry: Eternal Sunshine of the Spotless Mind (2004)

La mezcla de ciencia ficción y comedia romántica vale bien para tarde de domingo. La trama nos revela incansable esos personajes triviales que todos somos por ratos y construye un romance tonto con un guión inevitable (el deslumbramiento, la ternura, el tedio, la ira) pero con un recurso inédito: la posibilidad de borrar todo recuerdo del otro. No hay mucho que decir de esta película agradablemente manipuladora (aquí suspirás, acá lagrimeás, allí te reís) y de buena pero simplona factura narrativa (a pesar de las bonitas escenas surrealistas de Clem y Joel que entre otras memorias huyen de la ablación de su amor), excepto por el final: cuando Clem y Joel afrontan la posibilidad de continuar ese romance, el cual acaban de descubrir es reensamblado, cuando saben que se hastiarán y se dolerán, Joel se encoge de hombros y decide que así sea, amén. No podemos evitarlo, el amor es un complot fisiológico, evolutivo, al que queremos achacarle cosas que no le corresponden: la comprensión, la tolerancia, la felicidad. Se engulle, bajo un hechizo que luego se revelará mordaz, así como se bebe a pesar de las resacas. Somos mamíferos que, como todos los demás de pelos y leches maternas, nacemos para la dependencia afectiva. Amén, Kauffman, amén.

No hay comentarios.: