El hombrecito bebe en una mesa del bar sucio y maloliente. Como es de esperar, va al baño con regularidad. Orina y vuelve. Repite el ritual que su vegija le impone. Va y vuelve. Se bebe el último trago. Está tan ebrio que está feliz. Se pone de pie y se dirige al baño. Antes de entrar se da la vuelta, agita la mano y sonríe a los borrachos que quedan en el turbio bar. Entra.
Amanece.
Echan a los últimos borrachos.
Recogen las sillas.
Barren.
¿Y el hombrecito?
No ha vuelto. No volverá.
(Primer lugar en el Segundo Concurso de Microrrelatos '2 Cielos 2', convocado por Omegar)
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