uno
al mismo tiempo, no somos tan frágiles.
no nos mata el tedio
ni la tristeza.
ni siquiera el cansancio levanta esa mano
que a algunos asesina.
acaso desgasten, todas estas oscuridades,
pero no aniquilan.
hay un fervor sacrílego detrás de la voluntad que anima saltar a la oscuridad,
una voluntad que niega la voluntad primégina
de respirar
de latir
incluso
de llorar.
de seguir llorando.
de ser cobardes.
entonces se traga la bilis, se calla.
y uno se arrastra
se continúa arrastrando
en la oscuridad.
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